lunes, 25 de agosto de 2014

LOS CRISTALES SUCIOS.


Los cristales sucios que juzgan vidas

Una pareja estrenaba piso en un tranquilo barrio. Una mañana en casa, mientras tomaban café, la mujer vio a través de la ventana, que una vecina colgaba las sábanas en el tendedero y dijo: - ¡Que sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero! - ¿Quizás necesita un jabón nuevo? El marido miraba y quedaba callado. Cada dos días repetía el mismo discurso, mientras la vecina tendía su ropa al sol. Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpias, y dijo al marido: - Mira, por fin ella aprendió a lavar la ropa … El marido le respondió: - Mmm … no es lo que piensas. - Hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana.
Autor desconocido

Juzgar la vida  y acciones de los demás, es una forma de expresar la escasa satisfacción que impera a veces en nuestra vida. Dedicarse reiteradamente a juzgar, sólo alimenta críticas destructivas hacia los otros y nos lleva a creer erróneamente que nuestro punto de vista es el correcto y acertado. Juzgando a los demás, escondemos las necesidades de cambio que tal vez necesitemos para nosotros mismos. Desperdiciamos nuestra maravillosa energía, prestando una atención indebida a los demás, censurando la conducta de otras personas desde nuestra UNICA perspectiva, y obviando que nosotros podemos ser muy distintos a quienes  estamos criticando. Se suele juzgar, a aquellos que mantienen vidas muy diferentes a la nuestra, y ese motivo llama todavía  más nuestra atención.

Juzgamos según nos dictan nuestros prejuicios, sin respetar ni entender su comportamiento. Juzgamos a través de la envidia, sin atrevernos en ocasiones a realizar lo que otros llevan a cabo y nosotros aun siendo incapaces, tanto anhelamos. Nuestra felicidad, no aumentará por emplear  tiempo juzgando. Nuestras relaciones no despertaran afecto ni simpatía, y la única alternativa para evitar caer en juicios huecos de valor, es respetando y opinando. Respetando la individualidad de las personas, que están en un proceso de cambio constante y que nunca sabremos cuantas variaciones va a experimentar su vida a lo largo de los años. Y opinando, es decir expresar libremente lo que pensamos, sin emisión de criticas ni juicios. Antes de juzgar a los demás, opina sobre  ti mismo. - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/los-cristales-sucios-que-juzgan-vidas#sthash.MwSeE0qn.dpuf

lunes, 4 de agosto de 2014

POEMA. POR ALGO PASAN LAS COSAS


POR ALGO PASAN LAS COSAS


¡Por algo pasan las cosas
que te suceden aquí!,
alegres…o dolorosas…
¡son perfectas para ti!,
y no es nada “personal”
lo que acontezca en tu viaje:
para bien…o para mal…
¡es tan sólo aprendizaje!

¡Por algo pasan las cosas
que más te cuesta aceptar!
¡Fue oruga la mariposa
antes de poder volar!,
y esa angustia que hoy te quema,
y que te causa desvelo…,
¡mañana será la gema
que más destelle en tu cielo!
¡Por algo pasan las cosas!...,

y al ver tus viejos dolores,
verás que de forma hermosa
¡por fin se volvieron flores!...
Y esas de mayor encanto…,
esas de aspecto más tierno…
¡son las que regó tu llanto
cuando fue crudo tu invierno…!

Y de manera asombrosa,
con ese convencimiento,
¡podrás transformar en rosas
las espinas del momento…!
Que si la paz va contigo…,
o si el pesar te destroza…,
en ambos casos, amigo…
¡por algo pasan las cosas…!

JORGE OYHANARTE

viernes, 1 de agosto de 2014

¿Cómo saber cuando ir al psicólogo?

¿Cómo saber cuándo ir al psicólogo?
Las personas consideran que ir al psicólogo o hacer terapia es “sólo para los locos”. Es que dar el primer paso para ir a la consulta es el más complicado, no sólo por ese pensamiento sino también por la vergüenza o el temor a que lo consideren “fuera de sus cabales”.
A pesar de que se ha avanzado bastante en el mito del papel de los psicólogos  y de los analizados, todavía la sociedad sigue relacionando esta profesión con la locura. Según los profesionales, es el miedo a “sacarnos la coraza” lo que nos aleja de la terapia. No existen normas en relación a cuándo acudir al psicólogo, todo depende de cada uno. Tampoco que sea “obligatorio” hacerlo. La razón principal por la que una persona va a terapia, básicamente, es porque no se encuentra a gusto consigo misma, ya sea en lo emocional o en lo físico.
El autoestima alto es fundamental para disfrutar de una vida plena, ya que el amor por uno mismo permite aceptarnos tal cual somos, dejar de lado los pensamientos negativos y amar a los demás, así como también saber diferenciar entre los errores y las equivocaciones y nos permite cuidarnos y respetarnos como seres humanos. Es verdad que tenemos días en los que no queremos hacer nada, nos sentimos deprimidos, cansados o estresados. Eso no es para ir al psicólogo. Los días malos donde estamos cansados de la vida y del ajetreo es preciso hacer una pausa, respirar profundo y seguir adelante.
Pero atención, porque en el momento que esto se convierta en algo recurrente, la regla y no la excepción, es cuando debemos preguntarnos si no es bueno buscar algún tipo de ayuda externa. Los psicólogos son realmente muy útiles cuando nos cuesta salir a la calle, nos sentimos tristes sin saber realmente por qué, la apatía nos gobierna, no entendemos la vida y por qué estamos en un lugar determinado, no tenemos ganas de salir de la cama o de cumplir con las obligaciones, no deseamos comer ni bañarnos, etc.
Cuando los miedos y la depresión son los que gobiernan nuestra vida, no podemos disfrutar de lo más básico como una charla entre amigos o una salida al parque, nos cuesta mucho hablar en público, tenemos miedo irracional a la muerte o a que pase algo malo, no podemos estar en un sitio cerrado o ver un animal, también es bueno pedir ayuda a un profesional. Aquellos que desean tener todo siempre controlado, sus obsesiones son muy grandes y limitan las actividades diarias, si no puedes ver que las cosas no salgan como quieres, o te pasas horas limpiando el mismo sitio (como las manos, la ropa, etc), si tienes miedo a contagiarte todas las enfermedades que existen y somatizas cuando lees o escuchas sobre una dolencia en particular, si no puedes dejar de visitar al médico o tienes conductas repetitivas y poco comunes (comprobar una y otra vez si cerraste la puerta, por ejemplo) tal vez sea un buen momento para asistir a una consulta profesional. Y las razones para ir al psicólogo todavía son más: estar demasiado irascible o no poder parar de llorar ante cualquier comentario, problemas serios para conciliar el sueño o concentrarse, ver la vida en negativo, dificultad para comunicar los sentimientos, no saber decir que “NO”, falta de deseo sexual, culpa irracional por ciertas actitudes o pensamientos, nervios, ansiedad, etc.
Si ha fallecido un familiar, te has divorciado de tu pareja o piensas que es la mejor alternativa, si hubo casos de infidelidad, malos tratos, problemas con amistades, es buena idea charlar del tema con un psicólogo, quién tendrá una mirada objetiva de los hechos. Y por último, si has sufrido algún trauma en tu niñez, como ser maltrato, abuso, violencia, dejan secuelas en el comportamiento al ser adultos, por eso vale la pena hablar de ellas, aunque causen mucho dolor el sólo hecho de recordarlo. Las relaciones personales están íntimamente relacionadas a estos problemas de la infancia, así como también la manera en que nos desenvolvemos en el futuro. –

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